¿CARNE O PESCADO? 

Las ancas de rana se llevan comiendo desde tiempos inmemorables y ya los egipcios, que las pescaban a orillas del Nilo le otorgaban un significado mágico asociado a la mala suerte. Los griegos la consideraron un animal impuro pero contrariamente, los japoneses la asocian con la fertilidad.

Su consumo es muy típico en países europeos, asiáticos e incluso en ciertas zonas de Estados Unidos. Su textura es entre carne y pescado sin espinas, por supuesto, y nos podría recordar un poco al sabor el pollo con textura de cefalópodo. A pesar de que en nuestro país son muy famosas las de La Bañeza, en salsa picante, la Reina Isabel II las degustaba en el famoso restaurante Lhardy con elaboraciones francesas. En la actualidad, la mejor manera de encontrarlas son congeladas y su origen suele estar en centros de ranicultura asiáticos. Dado su origen, va perfectamente cocinadas con un curry pero vamos a mostrar una manera rápida, sencilla y sabrosa de prepararlas que nos va a recordar a esa procedencia oriental. ¡Los comensales darán saltos de alegría!

INGREDIENTES PARA CUATRO PERSONAS

20 Ancas de rana congeladas

4 Cucharadas de aceite de girasol

4 Cucharadas de salsa de soja

2 Cucharadas de miel

6 Cucharadas de zumo de limón

Semillas de sésamo

ELABORACIÓN

Mezclamos todos los ingredientes excepto el sésamo y lo ponemos en un wok o sartén a fuego mediano hasta obtener un textura espesa. Una vez que burbujea ponemos las ancas y las salteamos aproximadamente un par de minutos por cada lado.

PRESENTACIÓN

En un plato ponemos las ancas de rana y espolvoreamos con semillas de sésamo y… ¡a saltar que está de moda!

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