La mezcla de un ingrediente tan humilde como un huevo con suculentos mariscos, es una tendencia a la que cada vez se apuntan más restaurantes. Aunque el origen es incierto, es relativamente reciente y la mayoría apunta a la isla de Formentera como punto de partida. A pesar de que son muchos los que le atribuyen la combinación de langosta con huevos fritos y patatas fritas hace unos años a Johnny Yern, del restaurante Es Molí de Sal, en Formentera, otros se inclinan en buscar su origen en un plato tradicional de langosta con patatas fritas que existía en Ibiza y al que recientemente se le han añadido los huevos fritos. Proceda de donde proceda, lo que sí es cierto es que ha dado el gran salto desde las Islas Baleares hasta la península, y ha entrado en las cartas de los grandes restaurantes, bien con langosta o con otro tipo de mariscos, pero siempre con el huevo frito como invitado de lujo. Nosotros, vamos a darle una vuelta canalla y los vamos a hacer con cigalas y en vez de patatas fritas vamos a poner unas patatas Hasselbaack. El resultado es excelente y hay que rechupetear bien y mancharse las manos para sacar todo el jugo. La elaboración es sencilla y por supuesto los huevos como las cigalas han de ser de primerísima calidad.

INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS

12 Cigalas muy frescas.

4 Huevos.

Dos patatas medianas.

Mantequilla.

Sal.

Aceite de oliva virgen extra.

Romero fresco.

ELABORACIÓN

Comenzamos dándole el corte a las patatas. Para ello pondremos a ambos lados, por ejemplo unos palillos chinos, para que no llegue el corte hasta abajo. Las dejamos cubiertas de agua para que suelten el almidón. En una sartén derretimos mantequilla, escurrimos y secamos bien las patatas y las pintamos por todas las ranuras con la mantequilla. Salamos y las ponemos en el horno precalentado a 180º C durante 25 – 30 minutos aproximadamente hasta que estén tiernas. Pelamos las cigalas dejando la cabeza y la cola y las planchamos en una sartén con un poco de aceite de oliva hasta que estén hechas. Salamos. Ahora procedemos a freír los huevos. Para ello en una sartén mediana ponemos abundante aceite y una vez que esté a unos 180º C cascamos el huevo y lo ponemos en un bol pequeño o un plato y de ahí lo echamos a la sartén. El objeto es que no se rompa cascándolo directamente sobre el aceite. Cuando comience a tener puntillas, es decir, el crujiente de alrededor, lo retiramos y repetimos la operación con el otro huevo.

PRESENTACIÓN

En una fuente ponemos la patata Hasselback, sobre ella las cigalas y terminamos cubriendo con un par de huevos con un poco de sal y una ramita de romero. La idea es frotar las manos con el romero antes de comer para disfrutar de su aroma. Para ser una canallada, qué razón tenía el que dijo que todo puede mejorar con un huevo frito.

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