La lista de The Best Chefs Awards 2025 ha redibujado el panorama global. Mientras Rasmus Munk afianza su reinado con una cocina que bebe directamyente de la revolución de ElBulli, la mirada se posa en la evolución de los talentos ibéricos. Un análisis de dónde estamos y hacia dónde vamos.

El veredicto está en: Rasmus Munk (Alchemist, Dinamarca) es, por segundo año consecutivo, el Best Chef del Mundo. Su triunfo no es un relámpago, sino la consolidación de una visión que lleva el sello indeleble de su paso por ElBulli. En Alchemist, la herencia de la deconstrucción, la sorpresa y el desafío intelectual se transforman en una experiencia inmersiva total. Es la prueba de que la semilla de Ferran Adrià sigue dando sus frutos más vanguardistas en manos de chefs que supieron entender su lenguaje para escribir el suyo propio.

Un podio diverso y revelador lo acompañan: la fuerza telúrica de la eslovena Ana Roš (Hiša Franko) en el segundo puesto y la precision modernista del indio Himanshu Saini (Trèsind Studio) en el tercero. Un trío que habla de un mundo gastronómico sin centro único, donde la excelencia brota en cualquier latitud.

Y la Península Ibérica, ¿dónde queda?

Este año, la reflexión para España y Portugal es sutil. Los chefs españoles, otrora dueños absolutos de los primeros puestos, ahora ejercen su influencia desde otras trincheras. Quique Dacosta (Premio a la Creatividad), José Andrés (Premio a la Solidaridad) y Diego Guerrero (Innovación Sostenible) demuestran que el talento español se mide no solo en escalas numéricas, sino en su capacidad para liderar en conceptos clave como la creatividad pura, la conciencia social y la sostenibilidad. Son faros, no soldados de fila.

Desde Portugal, la mirada es de expectación. La explosión de su productor y la riqueza de su tradición han puesto al país en el radar global. Aunque sus chefs aún no han irrumpido con fuerza en esta lista concreta, el terreno está abonado. Es cuestión de tiempo que la ola de talento luso, que ya revoluciona escenas desde el Algarve a Oporto, encuentre su traductor definitivo en un chef con proyección global.

La conclusión es clara: el centro se ha multiplicado. Munk reina desde el norte con un ADN español en su código, mientras España lidera desde la influencia conceptual y Portugal se prepara en la sombra, con la promesa de un terruño infinito por explotar. El futuro de la cocina ibérica, más que desaparecer, se ha transformado.

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