Recientemente asistí a una interesante ponencia de Eva Ballarín sobre las tendencias en la restauración y hubo una de ellas que me llamó la atención. “El optar por un restaurante se ha convertido en una experiencia que va desde su elección y la manera en la que la hacemos, hasta que finalizamos contando nuestra experiencia a través de las redes sociales”. Esto último es lo que voy a tratar de hacer respecto al Club Michel de Frankfurt.
Jaime Lieberman y Jon Giraldo, propietarios del exclusivo restaurante Spoonik de Barcelona, nos contaban que en su local sólo se pueden hacer reservas directamente. Ya no es posible realizarlas a través de ningún tipo de plataforma. En Club Michel aún van más lejos. Has de ser socio para poder reservar. Como socio, recibirás todas las semanas los menús, únicamente cenas, de jueves a sábado y podrás elegir el que más te apetezca.
La experiencia, a la que se refiere Eva, continúa cuando vas por primera vez. Situado en el Barrio de la Estación, cerca del red light district, en el exterior no hay ningún tipo de indicación. Puedes estar delante y no darte cuenta pues tienes que llamar al primer piso de un edificio de oficinas, como tendrías que hacer en cualquier club clandestino. Una vez localizado, nada más entrar, te encuentras con un patio interior en el que la gente además de fumar, aprovecha para bailar.
Subes y… ¡Sorpresa! El chef de la semana pasada ya no está. No, no es que lo hayan despedido, es que en Michel resulta imprevisible saber quién va a cocinar. Te puedes encontrar desde un reconocido músico o DJ, hasta un artista o un experimentado chef europeo. Sea quien sea, va a alcanzar tu nivel de expectativas y te hará disfrutar de una cocina de carácter muy personal. También puedes disfrutar del resto de los comensales pues aparte de ser mesas corridas al más puro estilo de un apfelweinvan buscando lo mismo que tú: una experiencia gastronómica divertida. Si no estás a la última en restaurantes y clubes de la ciudad del Mein, entabla conversación con alguien y aparte de hacer nuevas amistades, te pondrán al día de inmediato. También disfrutarás con una música muy especial (no hay que olvidar que Frankfurt fue la cuna del Techno) que contagia con sus ritmos hasta al personal de la cocina, ya que al ser abierta a la sala puedes observar todo lo que sucede en ella.
En esta ocasión nos decantamos por un menú tradicional, ya que era St. Martins Day’s y es una tradición celebrar este día comiendo ganso. Previo entrante de unos mejillones en su punto al estilo de la cercana Bélgica, nos decantamos por un confit de ganso con toques muy actuales, al que acompañamos con unos de nuestros favoritos del Rhein, un Grauburgunder.
A medida que va transcurriendo la velada, el ritmo de la música te va calando y el ambiente se va caldeando hasta que compruebas que realmente estás es un club privado con un magnífico ambiente, parecido al que podrías tener en casa de tu mejor amigo. Y es que, la verdad, tenemos ganas de conocer pero después de disfrutar de una copa al ritmo de Techno en el mítico Plank Café-Bar-Studio, muy cercano, no me faltaron ganas de reservar de nuevo en Club Michel. ¿Qué nos aguardará la próxima? Seguro que el chef Sidney ya no aparece en la foto…
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