Cuando hablamos de macarrones, no sé porqué, pero se nos vienen a la mente recetas sencillas de quinceañeros o de piso de estudiantes. En fin, platos cutres, de bajo coste, fáciles de realizar y por supuesto, muy resultones. Es más, si hablamos de macarrones con pollo, ya rizamos el rizo y nos vamos a menús de hostales de carretera o incluso de colegios mayores. Para dignificar este tipo de platos, el chef que llegó a conseguir el máximo galardón de Michelín, las tres estrellas, y que sin querer ahora vuelve a tener dos, ha hecho una elaboración que se trata una especie de canelones invertidos, que en breve tendrá en su restaurantes Bibo. Nosotros, como siempre, nos hemos adelantado y os traemos la receta en primicia. Es una labor fácil, sobre todo si partimos del pollo asado de la tienda de la esquina, divertida y muy gastronómica, además, si le damos ese toque de trufa de Granja Ontalvilla, que si es fresca, eleva este plato al templo de Olimpo. Y si en vez de con macarrones la hacemos con rigatoni, que es como se debe hacer, nos sumergimos en la Italia profunda. ¡A disfrutarlo!

INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS

200 g de rigatoni.

100 g de pollo asado.

100 g de paté de foie.

250 g de bechamel.

100 g de queso parmesano rallado

Salsa de pollo asado.

ELABORACIÓN

Comenzamos cociendo la pasta siguiendo las instrucciones del fabricante. Mientras tanto, en una trituradora, termomix o túrmix, mezclamos el pollo desmigado con el paté y un poco de bechamel hasta conseguir una pasta. Por cierto, que como estamos en “modo vago” la bechamel la compramos en el súper, ya que hay muchas y muy buenas. Una vez conseguida la pasta la metemos en una manga pastelera y rellenamos los macarrones–rigatoni, como si de unos canelones se tratara, eso sí, dándoles forma dentro de un molde. Ya sólo nos queda, poner en el fondo del plato un poco de bechamel que quemaremos con un soplete, gratinar los rigatoni con el queso rallado en el horno, y una vez conseguido el punto de gratinado ponerlos encima de la bechamel.

PRESENTACIÓN

Como decía, lo ideal es terminar este plato aparentemente estudiantil con un poco de trufa fresca rallada de Granja Ontalvilla, por si queda alguna duda de que no es un plato de alta cocina, disiparla de inmediato. Le ponemos a la bechamel un poco de salsa de pollo asasdo y ya tenemos un tres estrellas en la mesa, sin tener que haber pasado por el Basque Culinary Center. ¡Bon apétit!

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