La salsa meunière, de origen francés, en un principio se creó para pescados enharinados. De hecho, el término “meunière” en francés se podría traducir como “la mujer del molinero”. ¿Qué ocurre? Que un pescado enharinado al freírlo lentamente en esta sencilla salsa de mantequilla y limón, hace que espese alcanzando una consistencia ideal. En este caso, nos hemos atrevido con una especie de meunière, pero esta vez con un producto típico belga como son las endivias. Esta variedad de lechuga blanca, adquiere ese color ya que se cultivan en la oscuridad. Su amargor es una marcada característica, y la verdad, es que no hay muchas recetas en las que se cocine, más allá de la brasa o una salsa con mantequilla clarificada,, similar a la que os proponemos a continuación. Atentos a esta receta que haría las delicias de un belga francófono.

INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS

2 Endivias hermosas

200 g. de mantequilla sin sal

50 ml de zumo de limón (el zumo de un limón)

30 g de alcaparras escurridas

Perejil picado

Hojas de perifollo o trébol (opcional)

ELABORACIÓN 

Comenzamos clarificando la mantequilla, es decir, separándola del suero. Para ello, hemos de derretir la mantequilla en un pequeño cazo y cuando comience a chisporrotear y a crear una espuma blanca, la retiramos del fuego y retiramos la espuma que se va formando en su superficie. Repetimos esta operación hasta que deje de soltar espuma. Será entonces cuando sólo nos quede la grasa de la mantequilla, la cual reservamos. A continuación cortamos las endivias en dos longitudinalmente y en una sartén, ponemos un par de cucharadas de mantequila clarificada y vamos dorando lentamente las endivias por ambos lados. Cuando adquieran un color tostado y una textura tierna, reservamos y añadimos el resto de la mantequilla clarificada, el zumo de limón y las alcaparras, junto con el perejil picado y dejamos que evapore un poco el zumo de limón. Es el momento de volver a poner las endivias y las vamos bañando y volteando en esta salsa hasta que vaya oscureciendo y se hayan empapando bien en ella. Las ponemos en una fuente previamente atemperada para que no solidifique la salsa y servimos muy caliente.

 

PRESENTACIÓN

Como decía, lo ideal es una fuente un poco caliente para que no solidifique de inmediato la salsa. Le podemos ponernos tréboles o brotes de perifollo para dar un toque elegante y distinguido. Son deliciosas para un primer plato, aunque no se quedan atrás como acompañamiento de lujo como por ejemplo  para un sencillo salmón a la plancha. Yo… ¡Ahí lo dejo!

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