Hablar de la Casa de Chá da Boa Nova, aparte de hablar de Rui Paula, es hablar de Atlántico puro. Y no sólo por el privilegiado emplazamiento que tiene este singular Monumento Nacional, diseñado por el arquitecto Álvaro Siza, sino por todo lo que sucede dentro de él.

Probablemente, además de la cocina, la bodega y el servicio, el entorno colabora a que, lo que podría ser una comida, se convierta en una experiencia gastronómica. Esto lo sabe muy bien Rui Paula, pues en el Alto Douro, su restaurante DOC se integra perfectamente en un entorno de viñedos Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En la ciudad de Oporto, en DOP, disfrutamos del entorno de la Ribeira, también Patrimonio de la Humanidad. Y en la Casa de Chá, disfrutamos del Atlántico más salvaje, que alcanza con furor la costa de Matoshinos. Además ahora, podemos disfrutar de su segunda Estrella Michelín, que le han concedido a los tres años de conseguir la primera.

La trayectoria ha sido imparable, pues en poco más de cuatro años, ha contribuido a que esta casa perfectamente integrada en paisaje, sea la “Embajada del Atlántico”. Y es que, un par de metros más allá, y las olas podrían entrar como si estuvieran en su casa. La influencia del océano ha sido tal, que la mayoría de sus “cantos” están basados en los productos que nos ofrecen sus aguas. El chef llama a sus creaciones “cantos”, en homenaje a al libro Los luisadas de Luis de Camoens, y sus raíces portuguesas no se olvidan en sus platos de excelentes materias primas y técnicas de elaboración actuales. Tampoco se olvida de Portugal en su extensa carta de vinos, ni en el exquisito servicio de sala. El menú consta de XXI “cantos” y el comensal puede elegir VI, XII o XXI “cantos”.

Nosotros elegimos un estupendo menú de XXII pases que resultó espectacular.

Canto I: Torrada / Cevada. Algo tan portugués, pan de molde cortado grueso, sobre brasas con una mantequilla de algas y un combinado de cerveza artesanal.

Canto IV. Brulée de ouriço-do-mar. Canto VII: Ameijoa à bulhao ao pato. Canto VIII: Ostra / Atum

Una crema suave de erizos con profundo sabor a mar, un clásico portugués como las almejas en una versión revisada y una ostra envuelta en un tratar de atún rojo, extra jugoso.

Canto IX: Éclair de mexilhao. Un pastelito salado con aires de la costa atlántica.

Canto X: Robalo no seu habitat. Continuamos con una espectacular lubina con un aceite de plancton y su piel crujiente a modo de chicharrón. Un bocado de mar.

Canto XI: Vieira e tapioca. La vieira, de espetacular sabor, viene sellada con hojaldre y al abrirla en la mesa la terminan pintando y completando sus aromas. Todo un arte.

Canto XII: Carabineiro. Plato de aparente sencillez pero con un sabor brutal.

Canto XV: Salmonete / Caju / Mandioca. El salmonete en su punto exacto de cocción, quizás sea uno de mis «cantos» favoritos.

Canto XVI: Feijopada de tripas de bacalhao. Un clásico de Oporto actualizado. Contundencia y suavidad.

Canto XVIII: Dejá Vu. No, no es una equivocación. Esta vez en vez de mejillón, Rui nos sorprende con este juego dulce.

Canto XX: Colheita tardia.Sabores dulces para terminar nuestro recorrido marino.

La experiencia fue espectacular, acompañada por vinos, todos ellos blancos portugueses que armonizaron con cada «canto». El somelier Carlos Monteiro nos ofreció un trato exquisito. Para finalizar, café y carrito con los petit fours con vistas al Atlántico. Sin duda Rui es merecedor de la segunda estrella y creo que la tercera ya está rondando en este fantástico horizonte que observamos a través de los grandes ventanales. Volveremos en cuanto podamos a este viaje por el fondo del océano.

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