Ante el bullicio turístico que se vive últimamente en Oporto, de vez en cuando merece la pena buscar un sitio tranquilo y que mantenga las tradiciones portuguesas en el Norte del país. Uno de ellos, no muy lejos de la capital del Douro y a orillas del río Támega es Amarante. Quizás, a nuestros lectores le suenen más Guimaraes o Ponte de Lima como villas tradicionales, pero os voy a dar dos motivos de peso, entre otros muchos, para que os acerquéis a esta tranquila ciudad del interior: el pintor Amadeo de Souza-Cardoso y el hotel Casa da Calçada. Amadeo, pintor vanguardista portugués, colega de Modigliani, Gris, Malevich, Kokoshka, Picasso… muestra en el museo que lleva su nombre, interesantes trabajos vanguardistas que merecen la pena conocer.

El hotel Casa da Calçada, perteneciente a la prestigiosa cadena Relais & Chàteaux, aparte de ser excepcional, guarda dentro de sí una joya gastronómica, que no es otra que el restaurante Largo do Paço. Si tuviera que hablar de todo no sabría pos dónde empezar, así que me voy a centrar en el restaurante. Lo primero que sorprende, es que le concedieron una Estrella Michelín en 2004 y desde entonces la ha mantenido con todo lo que eso conlleva. En ese año, en el país vecino existían media docena de restaurantes con este galardón, todos en Lisboa o al sur. ¿Qué significa esto? Que además de poner en valor la cocina de la región de Porto e Norte, han sabido ir adaptándola a los nuevos tiempos.

El chef Tiago Bonito, que dirige los fogones desde 2017, está muy contento con renovar el galardón en 2020 pero aspira a más. Probablemente sea el momento, tras 16 años, de ir a por la segunda. Tiago, procedente de Montemor-o-Velho y premiado como cocinero del año en 2011, basa su cocina en la pasión y la creatividad, siempre sin perder la tradición. En el restaurante, podemos comprobar estas dos bases en sus dos menús de nombre Caminos e Identidad. En el primero, nos muestra las raíces clásicas de la cocina portuguesa y los recuerdos de su infancia. En el segundo, resume su paso por los distintos lugares de Portugal, especialmente el Algarve y Lisboa. Nuestro chef trabaja con excelentes materias primas de productores locales, que le recuerdan a su infancia, y está preocupado por la continuidad de las mimas y por la sostenibilidad. Pero como el artista Souza-Cardoso, también aplica técnicas vanguardistas y creatividad. Técnicas con las que reta al comensal a acabar un divertido postre, trampantojo de unos óleos sobre lienzo. La experiencia se completa descansando en una de las espléndidas habitaciones del hotel, acogedoras, confortables y a las que no le falta ningún detalle, de los hoteles gastronómicos acogidos a Relais & Châteaux.

Recomendamos lo que hicimos nosotros, reservar mesa y habitación. El menú fue sorprendente y elegante con una serie de imaginativos bocados, cuatro platos con materias primas tradicionales, sorprendentes postres y un servicio de sala con una bodega a la altura de todo lo que sale de los fogones. Difícil de superar.

Comenzamos con una espuma de whisky ahumada, terminada en le mesa, con un servicio impecable. Reconfortante comienzo para un menú lleno de sorpresas.

El hotel Casa da Calçada, posee sus propios vinos bajo la marca Quinta da Calçada que se pueden adquirir y degustar en el hotel, ya sea en el restaurante Largo do Paço, o bien, tranquilamente en la habitación.

Continuamos con uno de los «petiscos», Macarons con coco y trufa rellenos de cerdo ibérico. La creatividad del chef se complementa con el producto tradicional portugués «poco preto». Un bocado lleno de intensidad.

En un ambiente elegante y distendido, también está permitido comer con las manos. Por lo menos, eso es lo que hicimos para degustar esta Mousse de queso y gel de pimienta, a modo de pequeños cantos rodados. ¡Viva la finger food!

Los pequeños entrantes continúan y seguimos con uno de Tapioca, caviar de salmón y gel de «espumante». Mezcla de sabores suaves y frescos que inundan el paladar.

Terminamos la ronda de «petiscos» con un guiño a los típicos boulinhos que encontramos en casi todas las cafeterías portuguesas, pero esta vez con el toque maestro del chef.

En el comedor del restaurante, en un salón anexo al hotel, respiramos un ambiente elegante pero a su vez distendido. Las capuchas le vinieron muy bien a Ana para guardar su bolso y tenerlo siempre a mano.

El Brioche hecho al momento acompañado de una mantequilla ahumada, otra de pimiento rojo y otra de Açores, nos acompañará toda la comida con un poco de aceite de oliva virgen extra a modo de pan. Para no dejar miga…

Uno de los platos principales no podía ser otro que el bacalao. En esta ocasión el chef hizo una especie de salsa de guilda, con aceituna piparra y anchoa, y complementó el toque a vinagre con un escabeche y un poco de ajo negro. Una manera muy distinta y muy actual de tomar uno de los pilares de la gastronomía lusa. Increíbles los sabores.

El servicio y la bodega siempre estuvieron a la altura del menú ideado para esta ocasión en el restaurante Largo do Paço. Predominaron los blancos, por supuesto, de distintas regiones de Portugal.

Uno de los platos más creativos y sabrosos fue este Lubrigante con boullabaisse, pláncton y cítricos. Producto tradicional con ingredientes muy actuales, que le dan al conjunto un aire muy vanguardista.

Continuámos con otro pescado, esta vez Merluza de anzuelo, acompañada de un clásico plato costero, almeja «Bulhao Pato», setas salvajes de la zona y perejil. Convivencia de las cocinas del litoral en una composición muy marinera con su toque de alga codium.

El Cordero con calabaza, berenjena con miso y especias cierra el capítulo de los platos principales. Punto de cocción perfecto del lomo, con vegetales que realzan los sabores suaves de la carne. Refinamiento de otro plato tradicional.

En el apartado de los postres, sustituimos el sorbete por una combinación muy fresca de Pera escalfada con un sorbete de fresa y gel de pera. Muy adecuada para limpiar el paladar, quizás un poco dulce desde mi punto de vista, para hacer las funciones de sorbete.

El Oporto de 89 nos prepara para una sorpresa…

Son las «Memorias de infancia» de Tiago. Palomitas, algodón de azúcar y caramelos. ¡Ah! y los «Petas Zetas». Según Ana fue como volver al una de las tardes de cine de su infancia. Memoria, técnica y excelente ejecución para degustar la nostalgia.

Tiago y su equipo ponen en juego todos sus conocimientos y eligen los mejores productos y proveedores de la zona, para convertir nuestra estancia en su restaurante Largo do Paço y en el hotel Casa da Calçada en una experiencia inolvidable. La simpatía y profesionalidad se respira por los cuatro costados.

Los «Petit fours» con turrón de pistachos, trufas de frutos rojos, gominolas de maracuyá,mini marshmallow…

Los vinos de Quinta da Calçada muy apropiados para acompañar los menú del restaurante, a pesar de que en esta ocasión el sumiller nos recomendó otros vinos de las Quintas de Ramallosa, Poeira, Lemos…

El confort y la tranquilidad que se respira em en hotel, no es fácil encontrarlo en hoteles de la misma categoría, es decir, de cinco estrellas. Por algo forma parte de la prestigiosa cadena Relais & Chateâux.

Por la mañana, tuvimos que hacer un hueco para el «pequeño almorço» ya que a pesar de la exquisita cena, entraba por los ojos en un espacio tan acogedor. Arte y tradición en el norte de Portugal donde hay que ir, al menos una vez. Imperdonable no conocer este paraíso tan cercano.

RELAIS CHATEÂUX CASA DA CALÇADA

RESTAURANTE LARGO DO PAÇO

Largo de Paço, 6 – Amarante – Portugal

+351 255 410 830

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