Hablar de la Quinta do Vesúvio es hablar de un trozo de la historia del Alto Douro. Sita en Vila Nova Foz de Côa, en uno de los lugares más apartados en el margen sur del río, desde su construcción, a principios del siglo XIX estuvo llamada a ser un ejemplo a seguir, en la región productora de los vinos de Oporto.

Los primeros propietarios, la familia Ferreira, tuvieron una visión a largo plazo y trabajaron para conseguir que sus vinos se convirtieran en un referente de calidad. Al encontrarse fuera de la demarcación oficial, comenzaron a exportar los vinos directamente al Reino Unido, ganando la fama como los mejores vinos del Douro.

Los responsables de la demarcación no tuvieron más remedio, que ampliarla para amparar los vinos de Quinta do Vesúvio. A finales del siglo XIX, la propiedad pasó de la familia Ferreira a la Brito e Cunha, conservando una tradición centenaria. En 1989, la adquiere la familia Symington, conocedores en profundidad del negocio de los vinos del Douro, ya que la 5ª generación de esta familia británica con más de 130 años de tradición, es propietaria de 27 quintas y más de 1.000 Ha. en una de las regiones vitivinícolas patrimonio de la UNESCO y más reconocidas de todo el mundo.

Para alcanzar esta exclusiva zona a orillas del Douro, podemos hacerlo por carreta, aunque es mucho más recomendable y pintoresco hacerlo en tren o en barco desde Oporto. En estos dos últimos medios de transporte, el viaje por sí sólo ya merece la pena, pues vamos viendo todas las reconocidas quintas y sus viñedos desde el río. Exclusiva también es la Quinta do Vesúvio, pues es la única que la familia Symington no tiene abierta al público, ya que es para su propio disfrute. La excepción la hacen cuando reciben a los pasajeros del lujoso Tren Presidencial, ofreciendo su terraza con vistas al río para maridar sus caldos vintage con los mejores habanos. Si llegamos en barco, unos kilómetros antes podemos atracar en el embarcadero donde el dos estrellas Michelín Rui Paula tiene su restaurante DOC, para degustar su fantástica cocina basada en producto de la región, y que a veces nos puede sorprender con un menú en la propia Quinta do Vesúvio.

Si hay una cosa más exquisita que los vinos que elaboran la familia Syminton, es el trato que dan a sus invitados. En la vendimia, hacen lagaradas para que clientes y amigos acudan a pisar la uva y se sientan partícipes de todo el proceso de elaboración del mosto, poniendo cada uno su granito de arena. Las lagaradas en esta zona son sinónimo de trabajo a destajo, pisando la uva a ritmo de folclore, hermanamiento y fiesta. Este año y debido a las circunstancias, se pisaron sin ese ambiente festivo.

Nosotros tuvimos la oportunidad de estar a pie de vendimia, en los impresionantes bancales y fuimos testigos privilegiados de la dureza que supone la recogida del fruto para las sufridas cuadrillas, que ya van haciendo la selección en cada uno de los “terroirs” de la extensa plantación. Y es que la experimentada familia Symington, aparte de los vinos de Oporto, produce también vinos tranquilos acogidos a la denominación DOC Douro.

Vivir la vendimia en Quinta do Vesúvio es sentir cómo la vida pasa de los viñedos a la botella, en una de las zonas productoras más singulares del mundo. Cuando uno reflexiona sobre la cantidad de inclemencias meteorológicas y contrastes de temperatura que han soportado las uvas, se siente como si se apropiara de algo que le pertenece a la tierra y que lleva allí desde siempre. Pero esa sensación pasa cuando abrimos una botella y saboreamos esa parte de la que nos habíamos apropiado. Esa sensación aumenta si esta cata la hacemos en la tranquila terraza de la mansión con vistas al Douro, degustando la típica cocina regional que elabora su atento y discreto servicio.

Lo llegas a entender todo cuando ve las enormes pipas en las que se guardará el vino. En la bodega se respira tradición por todos lados. El tiempo se ha detenido para que los vinos sigan siendo los mismos de antaño. Los vinos de Oporto generosos de Quinta do Vesúvio con denominación de origen, son exclusivamente vintage, es decir, sólo se guardan cuando las añadas son excepcionales.

Predominando las variedades Touriga Nacional, Touriga Franca y Tinta Amarela, también hacen los vinos tranquilos con el nombre de la Quinta, envejecidos en roble francés durante más y de un año y Pombal do Vesuvio, de un corte más ligero.

También apetece como aperitivo un refrescante porto-tónic con un Oporto blanco de las bodegas Dow’s, también propiedad de la familia.

La sensación de un paseo en barco por el Douro, compartir un vino y unos quesos al caer la tarde, descansar con el canto de los grillos o despertar con el sonido de un barco surcando el río, no es algo exclusivo de la Quinta do Vesúvio, pero si lo hemos acompañado con sus vinos, estamos hablando de algo único.

Gracias familia Symington por acogernos en vuestra joya de la corona, gracias a todos vuestros colaboradores y en especial a Miguel Potes por su conocimiento de todos los rincones de los extensos y escarpados viñedos.

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